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ESPECIAL DEL MES: La fiesta del Santiago

domingo, 29 de junio de 2008

Es una de las celebraciones más tradicionales de los Andes. En nuestro país, el apóstol Santiago, conservando briosos caballos y lujosos ensillados, mata al Amaru luego de una feroz lucha. La fiesta de este patrón para los pueblos de la serranía comprende una singular ofrenda a los cerros.


Una de las celebraciones más importantes de la región andina del Perú (sobre todo, centro y sur) es la fiesta del Santiago. Esta celebración netamente andina, relacionada con la actividad ganadera, se reviste actualmente con formas de la religión cristiana. Es decir, la superposición del patrón de España, el apóstol Santiago, fue una medida para canalizar la devoción o reverencia indígena que cada familia de la comunidad debe rendirle a los cerros tutelares de un pueblo como son el wamaní, apu, auki, ruwal, tayta orqo y tayta shanti.

El Santiago Matamoros, héroe de la resistencia española contra los árabes, se transformó en el Santiago Mataindios, ayudante celestial que, montado en un caballo blanco, arremetía con su espada o carabina a los indios “paganos”. Se quiso conseguir una conquista mental, ideológica que impusiera las divinidades e instituciones de la cristiandad. El apóstol Santiago fue instalado como patrón de la festividad de los animales que los habitantes de los Andes celebraban en julio y agosto. Sin embargo, desde la “visión de los vencidos”, la recepción de una divinidad “otra” en su festividad ganadera significó un desplazamiento –más de formas que de contenidos– en una compleja organización ritual.

Existen actualmente mitos que explican o dan cuenta del lugar que llegó a ocupar el apóstol Santiago en la cosmogonía andina. Por ejemplo, se han recogido mitos en Huancayo (Junín), de los que uno de ellos dice: Cuando el cielo comienza a oscurecer y amenaza tempestad se abren los cerros y sale Amaru. Los vientos se juntan y entre todos halan al demonio, el cual tiene forma de culebra y sube a los cielos. A cada salto, Amaru vomita granizo. Santiago apóstol entonces monta su caballo como nieve, galopa sobre las nubes y llega a confundir al demonio. Santiago tiene una hermosa carabina y con ella lanza balas de oro. La serpiente se escurre por entre las nubes seguida del apóstol. Al fin desfallece y muere. Cae en sitios solitarios. Nadie ha visto los pedazos del demonio. La tierra en silencio se abre y la traga. En este texto, el Amaru representa al orden anterior del mundo que ha antecedido al estado actual de la humanidad. Cuando el apóstol Santiago vence y destroza al Amaru, cumple un papel reordenador.

Proceso de la fiesta:

1 Los “preparativos” empiezan un mes antes de la fiesta. La gente del pueblo alista el maíz de jora y contrata a los músicos. Después prepara la chicha y confecciona las cintas en proporción al ganado hembra. Cuando faltan uno o dos días, recoge flores especiales de la puna, como la wila wila (que simboliza al carnero y cuyo extracto sirve como éter para que el animal no sienta dolor cuando le horaden las orejas), la lima lima (que simboliza a la vaca y se relaciona con la facultad del habla) y el waylla ichu o paja de la puna (considerado como las barbas del tayta orqo y que simboliza el aumento de todos los animales). Durante estos días, el ambiente es festivo, pues están los músicos.

2 En la “víspera”, un día antes del día central, todos se reúnen en sus casas. Toman, cantan y bailan hasta el amanecer. La ceremonia principal es el velatorio de todos los objetos (flores, coca quintu, cintas, trago, maíz, frejoles de colores, caramelos, illas [pequeñas piedras que se dice protegen a los ganados y tienen la forma de éstos], etcétera), que se utilizarán en los rituales, colocados sobre una manta especial, encima de una mesa grande o hatun mesa. En algunos casos, sobre la mesa ceremonial, se coloca un retablo con la imagen del apóstol Santiago y San Lucas. El capitán dirige la ceremonia y están presentes los miembros de la familia, compadres y amigos. Todos los presentes ponen dinero en unos pañuelos que se amarran y se guardan en el retablo. A partir de la medianoche, a cada persona reunida se le da un puñado de coca, del que escogerá las hojas más hermosas, enteras y redondas. Éstas simbolizan un animalito más que aumentará el ganado. Estas hojas se llaman coca quintu y piden que se conviertan en una vaquita o un carnerito más. El resto les sirve para masticar. Junto a las flores, que aparte de su belleza o utilidad tienen un valor simbólico, destaca la hoja de coca, que el ritual la eleva a ser considerada una planta sagrada por excelencia. Al igual que las flores, el valor de la coca es doble. Tenemos esencialmente sus efectos terapéuticos sacados a relucir por el masticado. Por esta razón, se le atribuyen facultades mágicas.

3 Al “amanecer” o lucy lucy (cuatro o cinco de la mañana), se queman montículos de arbustos denominados “chamizo”. Así, se anuncia el día de los animales. Al mismo tiempo van al corral y los despiertan, espantándoles y hablándoles. Y otra vez empiezan a bailar.

4 Durante el día, se lleva a cabo el cintado o cintachicuy, es decir, los dueños ponen las cintas a sus animales. Si éstos son de varias clases (vacunos, ovinos, auquénidos, etcétera), el cintado se efectúa en varios días. El cintado se hace principalmente a los animales hembras, pero para que el ritual esté completo, se pone también cintas o se adorna de otra manera a los machos. Esta ceremonia se hace al compás de la música. Incluso existe un género de música y danza, como el ayra (copla con temática de homenaje al ganado), que se conoce en la región central con el nombre “santiago”.

5 Después del cintado, el dueño de la casa u otra persona de autoridad inicia la despedida o chiku chiku de los animales, a los cuales se les arroja harina (machka) o frejoles e incluso flores, tal como se hace en una procesión de los santos cristianos. Por esto el Santiago es considerado también como un matrimonio entre los animales. Se lleva a éstos a sitios alejados para que coman pasto. El retiro de los animales es motivo de cantos que prolongan por más tiempo la alegría y el goce de la fiesta, en que se entrega también regalos y adornos a todos los participantes.

6 Por último, se realiza el cerrojoy, ofrenda o pago que se hace al cerro protector. Después de la despedida, el dueño de los animales, en cualquier momento, recoge las cosas que quedaron del velatorio y de la fiesta, y los lleva a enterrar junto al cerro, en el lugar donde se supone que está la puerta de entrada. Al dar las ofrendas al cerro, se entra en una relación de reciprocidad. Gracias a ésta, las personas ofrecen las cosas a una entidad superior, quien las retribuye con protección y una forma de bendición que hará al ganado sano y numeroso.


Fuente: Eugenia Quiroz C. En: Identidades, Reflexión Arte y Cultura No.45 - Suplemento del Diario Oficial El Peruano.

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